Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

jueves, enero 20, 2011

Reglas de oro


Nunca estén los dos enojados al mismo tiempo.
Nunca se griten el uno al otro, a menos que la casa esté en llamas.
Si uno de los dos tiene que ganar una discusión, deja que sea tu pareja.
Si tienes que criticar, hazlo con amor.
Nunca recuerdes errores del pasado.
Sé negligente con todo el mundo, antes que con tu pareja.
Nunca te retires a dormir con un desacuerdo sin resolver.
Por lo menos una vez cada día trata de decirle algo agradable a tu
pareja.
Cuando te equivoques, admítelo y pide perdón. Se necesitan dos para
formar una disputa, y el que está equivocado es el que más habla.

"Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas,
sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es
cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la
iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a
Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se
entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con
agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una
iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección,
sino santa e intachable. Así mismo el esposo debe amar a su esposa
como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo,
pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo
alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, porque
somos miembros de su cuerpo. En todo caso, cada uno de ustedes ame
también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su
esposo" Efesios 5:21-33.

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