Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

lunes, enero 28, 2013

Jesús es la Buena Nueva



En el discurso de Jesús en la sinagoga, Jesús, se dirige, en primer lugar a los pobres. Y Lucas habla de los “pobres reales”.
 
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Él me ha ungido para traer la Buena Nueva a los pobres”.
 
La Buena Nueva que Jesús trae es precisamente la que esperaba el pueblo, que vivía, en su propia carne, la marginación, discriminación y la opresión. Es para este mundo de los que sufren todo tipo de pobreza. Es la Buena Nueva, que Cristo viene a establecer, el Reino de justicia, de amor y fraternidad solidaria. Y las señales de esta venida son muy claras, que motivan la respuesta de Jesús, a los enviados del Bautista: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la Buena Nueva a los pobres” (Lc 7, 22 – 23).
 
La Buena Nueva, significa, que Jesús le da a los pobres y oprimidos la esperanza real de salir de sus opresiones, servidumbres, esperanza real de liberarse.
 
Referente a lo mismo:
 
“Ese pueblo agobiado por el pecado personal y el dolor, esperaba la liberación que Jesús promete. En medio de ese pueblo, Jesús anuncia: ‘Se ha cumplido el tiempo; el Reino de Dios está cercano; conviértanse y crean en el Evangelio’ (Mc 1, 15). Jesús, ungido por el Espíritu Santo para anunciar el Evangelio a los pobres, para proclamar la libertad a los cautivos, la recuperación de la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos nos ha entregado en las Bienaventuranzas y el Sermón de la Montaña la gran proclamación de la nueva ley del Reino de Dios” (Puebla 190).
 
“A la palabras Jesús unió los hechos: acciones maravillosas y actitudes sorprendentes que muestran que El Reino anunciado ya está presente, que Él es el signo eficaz de la nueva presencia de Dios en la historia, que es el portador del poder transformante de Dios, que su presencia desenmascara al maligno, que el amor de Dios redime al mundo y alborea ya un hombre nuevo en un mundo nuevo” (Puebla 191).
 
“La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo Salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas las carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica. ‘Jesucristo vino a compartir nuestra condición humana con sus sufrimientos, sus dificultades, su muerte. Antes de transformar la existencia cotidiana, Él supo hablar al corazón de los pobres, liberarlos del pecado, abrir sus ojos a un horizonte de luz y colmarlos de alegría y esperanza. Lo mismo hace hoy Jesucristo. Está presente en vuestras Iglesias, en vuestras familias, en vuestros corazones’ (Juan Pablo II, AAS 71 p. 244)” (Puebla 1153).
 
También, diremos con Mateo, que la Buena Nueva, es para los pobres de espíritu. Es una disposición de alma y corazón para recibir el Evangelio: ser pobre de alma y corazón. El que no tiene esta disposición nunca entenderá la opción preferencial por los “pobres reales”, y seguirá creyendo que todo depende de la meritocracia, tan propia de la economía neoliberal. Economía y sistema, que para bajar el perfil a los “pobres reales abusados”, los llama “vulnerables”.
 
Se trata de desprendimiento, entrega y compromiso de amor, expresado en el servicio de los pobres y sufrientes.
 
La Buena Nueva puede convertir a pobres y ricos, a condición de que entren en esta pobreza de espíritu proclamada por Jesús en las Bienaventuranzas.
 
“Para el cristianismo, el término ‘pobreza’ no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los ‘pobres de Yahvé’ y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza. San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlas, pues son solo medios para llegar al Reino. Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo ‘pobreza evangélica’” (Puebla 1148).
 
La Buena Nueva de Jesús nos libera de toda servidumbre: de servidumbres interiores, de nuestros pecados, que nos enceguecen, poniéndonos egoístas ante el clamor de los “pobres reales”. Pero, también la Buena Nueva nos libera de servidumbres externas, las que nos deshumanizan y nos dificultan vivir el ideal evangélico. Estas servidumbres externas son la injusticia social, la miseria, las opresiones, la idolatría del dinero y del poder y la idolatría del sexo.
 
Entonces se trata de una Buena nueva que busca una liberación integral. Y Jesús es esa Buena Nueva.
Pero, quiero concluir, con algo que siempre se nos pregunta: ¿Por qué esta Buena Nueva proclamada por Jesús no se ha cumplido o no se está cumpliendo? Siempre hay pobres y oprimidos víctimas de injusticias, y no hay más fraternidad solidaria, hay pecados y servidumbres, hay religiosos sin “pobreza evangélica” hay una Iglesia siempre criticada como rica y poderosa.
 
Preguntarnos sobre esto es preguntarnos por la eficacia del cristianismo. Cristo no vino a hacerlo todo, ni menos a hacerlo solo. Él vino a restablecer el Reino de Dios, pero sólo hizo una inauguración, dejándonos a nosotros el trabajo de realizar y construir el Reino. Jesús nos necesita y nos ha elegido como constructores del Reino, desde ya, aquí y ahora.
 
Constatar las injusticias y el “pecado social”, es constatar que existen realmente en nuestro mundo, y nos debe llevar a reconocer que hemos hecho mal el trabajo encomendado; constatar la falta de fraternidad y el egoísmo, es constatar que los cristianos no estamos irradiando ni promoviendo amor y fraternidad.
 
Esta pregunta y esta falta de respuesta, en nuestros días, nos corresponde una responsabilidad a todos en la Iglesia: sacerdotes, religiosos (as), laicos y jerarquía.
 
Para no quedarnos en palabras solas, como el “padre Gatica que predica y no practica”, debemos convertirnos radicalmente: debemos vivir, realizar y hacer obras, la Buena Nueva: vivir como Jesús.
Los pobres no pueden esperar.
 
Eugenio Pizarro Poblete

viernes, enero 25, 2013

LA DEFENSA DEL POBRE

Asumir la causa del pobre es siempre un gran riesgo. Quien lo intenta debe ser consciente de que pone en juego su vida misma, como ha quedado evidenciado en la lista innumerable de personas que han muerto defendiendo los derechos humanos.


Asumir la causa del pobre es tocar los intereses poderosos de aquellos que se han enriquecido abusando de los demás y sumiéndolos en esa situación lastimera. El hombre no es capaz de ver por sí mismo cuando explota las necesidades de los demás para sacar un provecho efímero para sí mismo.
 
Debido a la confusión moral que impera en la mente y en el corazón del hombre egoísta, se ha perdido toda capacidad de ver aquello que más profundamente puede agraviar la dignidad del ser humano, quien ha recibido de su Hacedor un status propio e intocable.

Defender a alguien supone que ha habido un agresor que ha traspasado la frontera de aquel espacio que todo ser humano necesita para poder vivir y actuar de acuerdo a su vocación libre y trascendente. Defender a otra persona significa que ésta no tiene ya la fuerza para protegerse ante los demás; defender a una persona nos habla de injusticias, de abusos, de lesiones a sus derechos, de una situación en la que no prevalece el derecho y la ley.

Difícilmente encontramos un período en la historia del mundo en el que no exista la violencia como expresión fácil para resolver los problemas humanos.

La violencia, el ataque, el querer eliminar a los demás, es el resultado natural del fracaso del entendimiento como único medio para resolver las dificultades. Pero al mismo tiempo, a lo largo de la historia, nunca dejaremos de encontrar personas que han intentado enseñarnos que no es agrediendo ni destruyendo cómo el hombre puede salir delante de sus problemas interpersonales. ¿Habrá alguien que piense que después de la violencia y destrucción que está teniendo lugar en la guerra contra Afganistán, reinará la paz y la concordia entre los pueblos? Ciertamente no. La paz entre los hombres nunca será fruto de la venganza, de la injusticia, del odio, sino del perdón, del amor y de las condiciones justas. Esta forma de proceder es también parte de la confusión moral que el hombre padece.

Jesús de Nazareth y, guiados por Él, muchísimos otros hombres y mujeres, han comprendido que el único camino válido para lograr evitar el enfrentamiento, la agresión y la violencia, es la educación del corazón. Debemos cultivar todo lo que es noble, justo, positivo. Es decir, debemos tratar de fincar nuestras relaciones no sobre el dominio, la injusticia, el poder, sino únicamente sobre el amor y la justicia.

Pero, mientras exista el desorden causado por el egoísmo y la voracidad de unos contra otros, se necesitan defensores de la vida y de los derechos de los más humildes, de quienes no tienen voz ni forma de hacerse oír. El precio que se paga muchas veces, el de la propia vida, indica la autenticidad de quienes se ponen del lado de los débiles y la gravedad de la falta cometida por quienes conculcan la dignidad de la persona.
 
Raúl Ventura Navarro

viernes, enero 18, 2013

Mural de los Pueblos Latinoamericanos


Mural emplazado en la Catedral de Riobamba, Ecuador.


“Con Proaño compartíamos como hermanos las angustias, esperanzas y la fuerza de la oración y hacía tiempo que le había prometido hacer un mural para la Catedral de Riobamba que representa al Cristo de Poncho, a las comunidades indígenas, profetas y mártires de nuestro tiempo, como Monseñor Romero, el Cardenal Arns, Don Helder Cámara, Pedro Casaldáglia, entre otros y la casa de la Santa Cruz en Riobamba. El Cristo está en la Cruz, pero no está crucificado, es el Cristo de la Esperanza en los pueblos.”


Adolfo Pérez Esquivel
 
Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad, denunciar al injusto y al malvado.
 
 
 
Compartir los peligros en la lucha por vivir en justicia y libertad, arriesgando en amor hasta la vida.
 
 
 
Cristo Indio, Cristo del Poncho. Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de la amistad, es vivir y morir con Jesucristo.
 
 

viernes, enero 04, 2013

El Insulto a los pobres

En la Entrevista que me hicieron en Radio Nacional y que ustedes pueden escuchar en esta página hay ciertos puntos en que quisiera explayarme y realizar una reflexión ya que la entrevista tuvo un tiempo limitado como para presentar sintéticamente lo que contiene el libro “La Hipocresía de Confesar”. Hay un tema que lo presente como “El insulto a los pobres”, y es las posesiones materiales de la Iglesia, y cuando digo Iglesia me refiero al poder institucional y no a todos los bautizados, es algo para distinguir:

1) Hay dos tipos de Iglesia: a) La verdadera: todos los bautizados de buena voluntad que intentan vivir cada día el Evangelio. b) La falsa o hipócrita: aquella que se dice bautizada pero que con sus obras demuestran vivir lo opuesto al Evangelio de Jesucristo.

¿Qué dice el Evangelio de Jesucristo con respecto a las posesiones de su Iglesia? Jesús manda en misión a sus discípulos, leemos el capitulo 10, 1-9 del evangelio según San Lucas: “Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios donde debía ir, y les dijo: La cosecha es abundante, pero los trabajadores don pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan!, Yo los envío como ovejas en medio de lobos. NO LLEVEN DINERO, NI ALFORJA, NI CALZADO, y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Al entrar en una casa digan primero. ¡Que descienda la paz sobre esta casa! Y si hay alguien allí digno de recibirla, esa paz reposará sobre él, de lo contrario volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan, curen a sus enfermos y digan a la gente: El Reino de Dios está cerca de ustedes” Esta es la Palabra de Dios. Las instrucciones de Jesús son muy claras, la Iglesia está mandada a mostrar el Reino de Dios, que éste ya está aquí, y con acciones: curen a sus enfermos (de alma y cuerpo), pero también Jesús aclara que los discípulos no deben llevar nada para el camino porque en todo el Evangelio Jesús advierte sobre el peligro de las riquezas, incluso llega a decir que el dinero es un “dios”, al mismo nivel de Dios, no se puede servir a Dios y al dinero, dice. Lo pone a la par porque el corazón humano se deja poseer muchas veces por lo material, no dejando espacio para Dios.

Ahora bien: Jesús dice claramente, NO LLEVEN DINERO, incluso, los discípulos son recibidos en las ciudades porque ellos NO POSEEN CASA PROPIA, Jesús tampoco tenía casa propia sino que iba predicando el Reino de Dios de pueblo en pueblo, su pobreza material era absoluta y su confianza en la Providencia era perfecta, que es lo mismo que nos enseñó. Pero ¿Qué pasó luego con los siglos? La Iglesia, una vez en manos de Constantino, emperador Romano, se ha vuelto un gran imperio de poder y dinero, y esa es la Iglesia que hemos heredado hoy en pleno siglo XXI. Por eso soy dura en afirmar: LA RIQUEZA DE LA IGLESIA ES UN INSULTO A LOS POBRES Si Jesús estuviera hoy aquí presente, no estaría habitando en palacios como lo es el Vaticano, ni en casa de vacaciones en Castel Gandolfo, sino que estaría en tierra de misión, en aquellos lugares donde los niños mueren por desnutrición, donde se ven sus pancitas hinchaditas por falta de alimento, miraría el Señor al cielo y diría: “Padre Perdónalos porque no saben lo que hacen” Mi experiencia luego de haber trabajado largos años en la Congregación a la que pertenecía me lleva a afirmar esto con una convicción sólida y madura. El dinero que posee la Iglesia es capaz de solucionar el hambre de toda la tierra, es más, me atrevería a afirmar que desaparecerían los pobres. Nadie toma conciencia de los tesoros incalculables de que es poseedora la Iglesia en el mundo. Yo, que trabajé de apoderada legal en mi congregación y en su administración, he manejado mucho dinero, además, saber la cantidad de propiedades SIN HABITAR Y CERRADAS DETERIORÁNDOSE PAULATINAMENTE, MIENTRAS HAY GENTE QUE NO TIENE DONDE VIVIR.

Mi congregación era una de las “más pobres” dentro de lo que es la vida religiosa, y debo confesar que me da vergüenza la cantidad de bienes materiales que se poseen y que no reportan ningún beneficio para nadie, totalmente estériles, como también lo es hoy la misión de la Congregación. Queridos hermanos: No podemos defender las posesiones materiales diciendo que son “obras de arte”, tesoros de la humanidad, mientras millones de niños mueren en el mundo por falta de alimentos, y no solo en el áfrica, aquí mismo, en Argentina un país rico en recursos primarios, sin embargo en provincias del norte y litoral tenemos altos índices de desnutrición. Si la Iglesia decidiera por fin analizarse y verse a la luz del Evangelio descubriría que durante siglos ha optado por servir, no a Dios, sino al dinero. Todavía está a tiempo de reflexionar y tomar una postura que de verdad puede terminar con la pobreza en el mundo. Ella es responsable, no se puede seguir acumulando propiedades y activos mientras el pueblo se está muriendo. El Pastor se va a cansar y El mismo vendrá y se hará cargo del rebaño, porque los pastores que tenían que cuidar de las ovejas, se han alimentado a sí mismos con el alimento que era para las ovejas del rebaño. Pidamos a Dios que la justicia y la misericordia sean aliadas, y que pronto podamos revertir esta situación injusta en nuestro mundo. Si cada uno aportamos nuestra cuota de vivencia del Evangelio, podremos hacerlo. 
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miércoles, enero 02, 2013

Feliz año nuevo 2013

Frei Betto:

Brasil (EVARED) - ¿Por qué nos deseamos un feliz Año Nuevo si hay tanta desdicha a nuestro alrededor?¿Será feliz el próximo año para afganos y palestinos, y para los soldados norteamericanos a las órdenes de un gobierno imperialista que califica de ´justas´ las guerras de ocupaciones genocidas?

¿Serán felices los niños y niñas africanos reducidos a esqueletos de ojos asombrados por la tortura del hambre? ¿Seremos todos felices conscientes de los fracasos de Copenhague, que salvan las ganancias y comprometen la sustentabilidad?

¿Qué es la felicidad? Aristóteles afirmó: es el bien mayor que todos anhelamos. Y mi hermano de hábito Tomás de Aquino advirtió: incluso aunque se refiera al mal. De Hitler a la madre Teresa de Calcuta todos buscan, en todo lo que hacen, la propia felicidad.

La diferencia reside en la ecuación egoísmo/altruismo. Hitler pensaba en sus malévolas ambiciones de poder; mientras que la madre Teresa en la felicidad de aquellos que Frantz Fanon denominó 'condenados de la Tierra'.

La felicidad, el bien más ambicionado, no figura entre las ofertas del mercado. No se la puede comprar, hay que conquistarla. La publicidad se empeña en convencernos de que ella es el resultante de la suma de placeres. Para Roland Barthes el placer es "la gran aventura del deseo".

Estimulado por la propaganda, nuestro deseo se exilia a los objetos de consumo. Vestir de esta marca, poseer aquel auto, vivir en este condominio de lujo -dice la publicidad- nos hará felices.

Desear un feliz Año Nuevo es esperar que el otro sea feliz. ¿Y desear que haga felices a los otros? El terrateniente que no procura asistencia sanitaria para sus peones y gasta una fortuna en veterinarios para cuidar su ganado, ¿espera también que el prójimo tenga también un feliz Año Nuevo?

A contramano del consumismo, Jung daba la razón a san Juan de la Cruz: el deseo busca, sí, la felicidad, 'la vida en plenitud' manifestada por Jesús, pero ella no se encuentra en los bienes finitos ofrecidos por el mercado. Como enfatizaba el profesor Milton Santos, se halla en los bienes infinitos.

El arte de la verdadera felicidad consiste en canalizar el deseo hacia dentro de sí y, a partir de la subjetividad impregnada de valores, imprimir sentido a la existencia. De ese modo se consigue ser feliz incluso cuando hay sufrimiento.

Se trata de una aventura espiritual. Ser capaz de descubrir las varias capas que encubren nuestro ego.

Sin embargo, al sumergirnos en las oscuras sendas de la vida interior, guiados por la fe, o por la meditación, tropezamos en nuestras propias emociones, en especial en aquellas que atraen a nuestra razón: somos ofensivos con quienes amamos; rudos con quien nos trata con delicadeza; egoístas con quien es generoso; y prepotentes con quien nos acoge con solícita gratuidad.

Si logramos penetrar más hondo, además de la razón egótica y de los sentimientos posesivos, entonces nos aproximamos a la fuente de la felicidad escondida detrás del ego. Al recorrer las veredas abisales que nos conducen a ella, los momentos de alegría se transforman en estado de espíritu. Igual que en el amor.

Feliz Año Nuevo es, por tanto, un voto de emulación espiritual. Claro que muchas otras conquistas pueden darnos placer y una alegre sensación de victoria. Pero no son lo suficiente para hacernos felices. Sería mejor un mundo sin miseria, ni desigualdad, degradación ambiental ni políticos corruptos.

Esa desgraciada realidad que nos circunda y de la cual somos responsables por opción u omisión, constituye un llamado desgarrador para comprometernos en la búsqueda de 'otros mundos posibles'. Sin embargo todavía no será el feliz Año Nuevo.

El año será nuevo si, en nosotros y en nuestro círculo, superamos lo viejo. Viejo es todo lo que ya no contribuye a hacer de la felicidad un derecho de todos. A la luz de un nuevo marco civilizatorio hay que superar el modelo desarrollista-consumista e introducir, en lugar del PIB, laFIB (Felicidad Interna Bruta), fundada sobre una economía solidaria y sustentable.

Si lo nuevo se hace adviento en nuestra vida espiritual entonces con toda seguridad tendremos un feliz Año Nuevo sin necesidad de milagros o de cosas mágicas, y aunque el mundo siga siendo conflictivo, la crueldad travestida de dulces principios y el odio disfrazado de discurso amoroso.

La diferencia es que estaremos conscientes de que, para tener un feliz Año Nuevo, es necesario abrazar un proceso resurreccional: embarazarse de sí mismo, dejar de lado lo defectuoso y dejar el pesimismo para días mejores.

Frei Betto es escritor, autor de "El arte de sembrar estrellas", entre otros libros.  www.freibetto.org/ twitter:@freibetto.