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lunes, marzo 25, 2013

La Iglesia salvadoreña pide la "pronta canonización" de Romero

Domingo de Ramos junto al lugar donde fue asesinado

Monseñor Escobar: "Tenemos muchos testimonios de milagros"

La Iglesia católica de El Salvador inició ayer la Semana Santa abogando por la pronta canonización del arzobispo de San Salvador Óscar Romero, cuyo asesinato se produjo en un día como ayer hace 33 años.

El actual arzobispo de la capital salvadoreña, José Luis Escobar, bendijo las palmas que portaban numerosos feligreses que participaron en el Domingo de Ramos en una ceremonia celebrada junto a la tumba de Romero en la cripta de la Catedral Metropolitana.

Tras la tradicional procesión, Escobar destacó en la misa del Domingo de Ramos que la fecha coincidía la del asesinato de Romero (24 de marzo de 1980), por lo que pidió a los salvadoreños que recen por que el proceso de canonización abierto en 1994 en el Vaticano acabe pronto.

«Hoy se cumplen 33 años de la muerte de monseñor Romero; es importante que pidamos por su pronta canonización», que es «una gracia divina», expresó Escobar ante los feligreses.

Un francotirador asesinó a Romero de un disparo en el pecho cuando el arzobispo, de 63 años, oficiaba una misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer en San Salvador.

Escobar pidió que se envíen al arzobispado «todos los testimonios de favores, gracias y milagros que monseñor Romero haya hecho», pues hay una oficina especial para recogerlos y enviarlos al Vaticano.

Es importante «que tengamos muchos testimonios» porque «esto ayudará sin duda al proceso de canonización», puntualizó.

Después se celebró una eucaristía especial dedicada a monseñor Romero en la cripta de la catedral, que también fue abarrotada por los feligreses. Muchas personas vestían camisetas con la imagen del arzobispo asesinado, algunas con la denominación «San Romero de América», como ya le llaman algunos pese a que aún no ha sido declarado santo.

En los alrededores del templo, las ventas de ramos de palmas, por parte de campesinos procedentes del interior del país, se compaginaban con las de carteles, medallas, libros, calendarios y otros objetos dedicados a Romero y ofrecidos por agrupaciones católicas.

La conmemoración oficial de la iglesia católica y de la Fundación Monseñor Romero se llevó a cabo por anticipado el sábado anterior, 16 de marzo, para no interferir con el Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, según explicaron los organizadores.

Sin embargo, coincidiendo con la fecha de su asesinato siempre se celebran diversas actividades en homenaje a Romero, entre ellas una exposición fotográfica, presentaciones musicales y teatrales, romerías, celebraciones eucarísticas, y testimonios sobre su vida y obra.

La Comisión de la Verdad que investigó los crímenes cometidos durante la guerra civil de El Salvador (1980-1992) indicó en su informe, hace 20 años, la «plena evidencia» de la complicidad en el asesinato de Romero del ya fallecido Roberto D'Aubuisson, fundador de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido que gobernó el país entre 1989 y junio de 2009.

(RD/Agencias)

 

 

miércoles, marzo 06, 2013

El nuevo Papa: ¿dónde está el problema?

El problema de la Iglesia no está en los conflictos de la Curia, sino en la integración y consiguiente pertenencia de la institución eclesiástica al sistema económico que nos ha arruinado y nos está destrozando.

Me explico. En estos días, vísperas del próximo Cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, se habla sin pelos en la lengua de los graves problemas que han motivado lo que está pasando en el Vaticano. Se cuentan historias y hechos truculentos. Y se afirma que los cardenales tienen que elegir a un hombre que ponga orden en la Curia, corte por lo sano con los escándalos morales que allí se cuecen o se permiten y, sobre todo, no tienen más salida honrada que, tal como está la Iglesia, la solución es elegir a un papa que lleve o permita una orientación nueva en la institución eclesiástica. 

Una orientación exigente con la honestidad, la transparencia y la ejemplaridad de la Curia, el clero y los teólogos en el fiel cumplimiento de sus deberes, para ir así promoviendo una renovación del pueblo cristiano, de la fe y de la práctica religiosa en sus diversas y apremiantes exigencias.

Confieso que todo esto me parece excelente, apremiante y necesario. Pero con la misma sinceridad me permito sugerir que el problema más grave, que tiene ahora mismo la Iglesia, está en algo de lo que no se suele hablar y que, sin embargo, es la raíz de los demás problemas. La raíz de los mil chismes y escándalos, que suelen ocupar a los tertulianos religiosos en sus cavilaciones y devaneos, está en otra causa, que es, sin duda alguna, mucho más honda. Porque es la causa que, según sospecho, se refiere al problema que toca fondo en este momento.

¿De qué se trata? Estamos de acuerdo en que el problema, que a todos nos angustia ahora mismo, es la crisis económica y sus muchas conexiones con la política y todo lo que eso abarca, que es bastante más de lo que podemos imaginar. Pues bien, si la raíz de la crisis que sufrimos está en la corrupción económica, ¿no les parece a ustedes sospechoso -al menos sospechoso- que el papado, el Vaticano, los medios que, bien informados por los “vaticanistas”, nos explican lo que pasa, echando mano de los escándalos de obispos y curas, de las intrigas que se viven en la Curia Vaticana, de las luchas por el poder entre los cardenales, resulta sospechoso -digo- que nos hablen de toda esa basura y no digan ni pío sobre lo más fuerte que está pasando en la Iglesia?

¿De qué se trata? Se trata sencillamente del silencio del papa y de la jerarquía ante la crisis que azota a los más pobres y tiene trastornado a medio mundo. Ha habido obispos y sacerdotes que se han quejado de lo mal que están las cosas. La Iglesia ayuda a los necesitados. Todo eso es cierto. Pero con todo eso ni se roza el verdadero problema y la verdadera solución de la crisis. El problema no está en los manejos financieros del IOR, el Banco del Vaticano. EL problema está en que la Iglesia, y otras confesiones religiosas, con sus silencios y conductas, están “legitimando” al sistema económico-político que ha causado la crisis y la mantiene. ¿Europa y España estarían como están si el papa, los cardenales, los obispos, el clero en pleno, se hubieran plantado con firmeza ante lo que están sufriendo tantos millones de personas?

El problema fundamental de la Iglesia no es sólo moral o religioso. Es, sobre todo, el problema de su escandalosa pertenencia al sistema que nos está destrozando. Y no olvidemos que el que calla, otorga. Ésta es la raíz de todo lo demás. Mientras no se ataque esto a fondo, no salimos de la madre de todas las crisis. Cuando Jesús mandó a sus apóstoles a predicar el Evangelio prohibiéndoles que llevaran dinero, y hasta calderilla, sabía lo que hacía. Jesús vio claro que la relación apostolado-dinero no sólo no ayuda a evangelizar, sino que, sobre todo, es un estorbo para el apostolado. El primer estorbo para la Iglesia. Y para la fe en el Evangelio.

José María Castillo

domingo, marzo 03, 2013

El Padre Antonio y el Monaguillo Andres

Ruben Blades

El Padre Antonio Tejeira vino de España,
buscando nuevas promesas en esta tierra.

Llegó a la selva sin la esperanza de ser obispo,
y entre el calor y en entre los mosquitos habló de Cristo.

El padre no funcionaba en el Vaticano,
entre papeles y sueños de aire acondicionado;
y fue a un pueblito en medio de la nada a dar su sermón,
cada semana pa' los que busquen la salvación.

El niño Andrés Eloy Pérez tiene diez años.
Estudia en la elementaria "Simón Bolivar".
Todavia no sabe decir el Credo correctamente;
le gusta el río, jugar al fútbol y estar ausente.

Le han dado el puesto en la iglesia de monaguillo
a ver si la conexión compone al chiquillo;
y su familia está muy orgullosa, porque a su vez se cree
que con Dios conectando a uno, conecta a diez.

Suenan la campanas un, dos, tres,
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.

Suenan la campanas otra ves
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.

El padre condena la violencia.

Sabe por experiencia que no es la solución.

Les habla de amor y de justicia,
de Dios va la noticia vibrando en su sermón:
suenan las campanas: un, dos, tres
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.

Suenan la campanas otra ves
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.

Al padre lo halló la guerra un domingo de misa,
dando la comunión en mangas de camisa.

En medio del padre nuestro entró el matador
y sin confesar su culpa le disparó.

Antonio cayo, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba el Cristo de palo pegado a la pared.

Y nunca se supo el criminal quién fue
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.

Pero suenan las campanas otra ves,
por el Padre Antonio y su monaguillo Andres

Suenan las campanas
tierra va a temblar
suenan las campanas
por amërica
suenan las campanas
oh; virgen señora
quien nos salva ahora
suenan las campanas
de antonio y andres
suenan las campanas
ven y oyela otra ves
suena la campana
centroamericana
suena la campana
por mi tierra hermana
mira y tu veras
suena la campana
el mundo va

viernes, marzo 01, 2013

¿Habrá una Primavera para el Vaticano?

"La Iglesia necesita un papa que no viva intelectualmente en la Edad Media"

Hans Küng, 01 de marzo de 2013 a las 09:56
 
 
(Hans Küng, en Clarín).- La Primavera Arabe hizo tambalear a toda una serie de regímenes autocráticos. Con la renuncia del papa Benedicto XVI, ¿no sería posible algo similar en la Iglesia Católica, una Primavera Vaticana? El sistema de la Iglesia Católica naturalmente se parece menos a Túnez o Egipto que a una monarquía absoluta como Arabia Saudita. En ambos casos no hay reformas auténticas, sólo concesiones menores. En ambas, se invoca la tradición para oponerse a la reforma.

¿Pero esa tradición es verdadera? La iglesia se mantuvo durante un milenio sin un papado monárquico absolutista del tipo que conocemos hoy. Fue sólo en el siglo XI cuando una "revolución desde arriba", la "Reforma Gregoriana" iniciada por el papa Gregorio VII, nos legó las tres características imperecederas del sistema romano: un papado centralista-absolutista, clericalismo forzoso y celibato obligatorio para los sacerdotes. Los esfuerzos de los concilios de reforma del siglo XV, los reformistas del siglo XVI, la Ilustración y la Revolución Francesa de los siglos XVII y XVIII y el liberalismo del siglo XIX tuvieron un éxito parcial. El Concilio Vaticano II, si bien abordó muchas de las preocupaciones de los reformistas y los críticos modernos, se vio frustrado por el poder de la Curia, el órgano de gobierno de la iglesia.

En 2005, Benedicto mantuvo conmigo una cordial conversación de 4 horas en su residencia de verano de Castelgandolfo en Roma, una de las pocas acciones audaces de su papado. Yo había sido colega suyo en la Universidad de Tubingen y también su más duro crítico. En 22 años, gracias a la revocación de mi licencia de enseñanza eclesiástica por haber criticado la infalibilidad papal, no habíamos tenido el menor contacto privado. Para mí, y para todo el mundo católico, la reunión fue motivo de esperanza. Pero el pontificado de Benedicto se caracterizó por las malas decisiones. El papa irritó a las iglesias protestantes, los judíos, los musulmanes, los indios de América Latina, las mujeres, los teólogos reformistas y todos los católicos partidarios de la reforma.

Los grandes escándalos de su papado son conocidos: uno fue el reconocimiento de la archiconservadora Hermandad Sacerdotal San Pío X del arzobispo Marcel Lefèvre y el del obispo Richard Williamson, que niega el Holocausto. Otro fueron los abusos sexuales de niños y jóvenes por parte de los sacerdotes, de cuyo encubrimiento el papa fue en gran medida responsable. Y también estuvo el caso de los "Vatileaks", que revelaron una espantosa cantidad de intrigas, luchas de poder, corrupción y deslices sexuales en la Curia y que parecen ser la principal razón de la renuncia de Benedicto.

Ahora todo el mundo se pregunta: ¿El próximo papa podrá, pese a todo, inaugurar una nueva primavera para la Iglesia Católica?

En la situación dramática que vive hoy, la iglesia necesita un papa que no viva intelectualmente en la Edad Media, un papa que defienda la libertad de la iglesia en el mundo no sólo dando sermones sino luchando con palabras y hechos por la libertad y los derechos humanos dentro de la iglesia, para los teólogos, para las mujeres y para todos los católicos que quieren decir la verdad abiertamente, un papa que ponga en práctica una democracia apropiada en la iglesia.

Como último teólogo activo en haber participado en el Concilio Vaticano II (junto con Benedicto), me pregunto si, al iniciarse el Cónclave, como ocurrió al comenzar el Concilio, no habrá un grupo de cardenales valientes que enfrenten con firmeza a la línea dura del catolicismo y exijan un candidato que esté dispuesto a aventurarse en nuevas direcciones.

Si el próximo cónclave elige a un papa que siga por el viejo camino, la iglesia nunca experimentará una nueva primavera sino que caerá en una nueva era del hielo y correrá el peligro de convertirse en una secta cada vez más irrelevante.