Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

lunes, noviembre 15, 2010

Un hombre rico



Cuando era chico, recuerdo que un amigo de mi padre, Bernie, era un
próspero mayorista de fruta y verduras, y todos los veranos, cuando
llegaban las primeras sandías, Bernie nos llamaba. Papá y yo íbamos
al depósito de Bernie ubicado junto a la playa, y nos sentábamos en
el borde del muelle, con los pies colgando. Bernie traía su
machete, abría nuestra primera sandía, nos alcanzaba a ambos un gran
pedazo y se sentaba junto a nosotros. Entonces enterrábamos la cara
en la sandía, comíamos sólo el corazón -la parte más roja, jugosa,
firme, y libre de semillas- y tirábamos el resto.

Bernie era lo que mi padre consideraba un hombre rico. Siempre
pensé que se debía a que era un hombre de negocios de mucho éxito.
Años después, me di cuenta de que aquello que mi padre admiraba en
la riqueza de Bernie era que éste sabía cuándo dejar de trabajar,
reunirse con amigos y comer sólo el corazón de la sandía.

Lo que aprendí de Bernie es que ser rico es un estado de ánimo.
Algunos de nosotros, al margen de cuánto dinero tengamos, nunca
seremos lo bastante libres como para comer sólo el corazón de la
sandía. Otros son ricos sin tener más que un cheque de su salario
por delante. Si uno no se toma el tiempo para dejar que los pies
cuelguen sobre el muelle y disfrutar de los pequeños placeres, su
carrera probablemente será abrumadora.

Durante muchos años, me olvidé de esa lección que aprendí de chico
en el muelle de carga. Estaba demasiado ocupado haciendo todo el
dinero que podía. Bueno, la volví a aprender. Tengo tiempo para
alegrarme con los éxitos de los demás y para disfrutar del día. Ése
es el corazón de la sandía. He aprendido a arrojar el resto. ¡Por
fin soy un hombre rico!

"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y
amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis
servir a Dios y a las riquezas" Mateo 6:24

No hay comentarios.: