Profetas que la jerarquía no tolera
Me cupo el honor de recibir el diaconado por manos proféticas de Gonzalo López Marañón, Obispo de Sucumbíos y a los seis meses la Ordenación Sacerdotal de otro de nuestros profetas: Luis Alberto Luna Tobar, en ese entonces Arzobispo de Cuenca; uno y otro miembros insignes del Carmelo latinoamericano, amigos y admiradores de Mons. Leonidas Proaño, consagrados al Dios de la Vida, amantes de la Virgen del Carmen y soñadores de una vida en abundancia, de los pobres, de los jóvenes, de una Iglesia que se construye en la base con gente de a pié: laicos o seglares comprometidos en esparcir las semillas del Reino en cada familia, en cada barrio o caserío; convencidos que no hay fe sin hechos, no hay justicia sin verdad, no hay comunión sin igualdad y no hay oración sin silencios.
De ellos aprendí que más allá de las limitaciones personales está el compromiso adquirido con Jesús. Gracias a ellos entendí que hay que serle fiel y para ello renuncié a ejercer mi sacerdocio ministerial, estoy convencido que la fidelidad a Jesús hoy, al menos para mí, no pasa por la jerarquía; serle fiel implica recuperar el laicado y darle su lugar dentro del catolicismo, pese al miedo de la jerarquía de perder sus privilegios y poder.
¿Dónde están los profetas?, qué pasó con la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, que reflexionaba y proponía procesos de evangelización acordes al espíritu del Vaticano II, Medellín, Puebla, Santo Domingo… Dónde está la Vida Religiosa intervenida: Conferencia Latinoamericana de Religiosos: (CLAR)… solo hay silencio y confusión, acomodarse a las nuevas circunstancias y salvar las obras, venidas a menos por la falta de vocaciones.
La arremetida de Roma y su espíritu anti vaticanista está golpeando duramente todo el proceso de reflexión y evangelización generados en América Latina y encarnados en las Comunidades Eclesiales de Base, Organizaciones Populares, Romerías por la Vida, defensa de los Derechos Humanos, Pastoral Afro, Indígena, jóvenes. Los católicos ecuatorianos debemos sentir vergüenza, por ejemplo, que Monseñor Leonidas Proaño sea reconocido en Europa, América y se hagan simposios, talleres, encuentros, desde diversos espacios, menos el que corresponde, para no perder su memoria y su legado intelectual. ¿Pasará lo mismo con Alberto Luna que está en el cenit de su vida?
Pero HOY debemos sentir vergüenza por el silencio cómplice ante el atropello de Roma al proceso evangelizador de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos (ISAMIS), aprovechando la necesaria presentación de renuncia del Obispo por el límite de edad y de su actitud humilde y obediente, a sabiendas del proceso eclesial liberador que se va gestando en esta Iglesia particular fiel a las directrices del Concilio Vaticano II y a las Conferencias Latinoamericanas; Roma envía un Visitador Apostólico (interventor) que hasta ahora no presenta ni un informe de dicha visita.
En estos dos años, desde que Gonzalo presentó la renuncia, sólo ha habido silencio, no ha existido cercanía ni acompañamiento, ni unas palabras por parte de las autoridades competentes, solicitándole continuar acompañando a la Iglesia mientras se producía su sucesión. El sábado 23 de octubre el Nuncio Apostólico le comunica a Gonzalo, que en tan solo una semana, es decir, sábado 30 de octubre, se posesiona el nuevo Administrador Apostólico de Sucumbíos y mediante una carta del cardenal Mons. Díez, encargado de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, se le dice que tiene que entregar inmediatamente el Vicariato y se le pide que salga de la diócesis invitándole a regresar a su país de origen.
¿Cuál es el pecado?, no ser una Iglesia opulenta con las cuentas saldadas? O no tener el suficiente número de sacerdotes?, sin valorar el inmenso número de diáconos y ministros laicos? En el fondo no es Gonzalo el problema es el modelo de Iglesia que se vive, en la que los laicos se hacen cargo de su gente y son signos vivos de hermandad en medio de una realidad compleja como la de Sucumbíos. Una Iglesia que no quiere ser “opio del pueblo” (Marx) sino instrumento salvífico de libertad, llamando constantemente a la reconciliación y al esfuerzo por crear un mundo más humano y más justo, en la alegre celebración litúrgica.
Es inaudito que la jerarquía Romana actúe de manera tan despiadada, fría y calculador después de más de cuarenta años de entrega sacrificada y alegre para formar una iglesia viva, comunitaria y participativa, en la que los laicos son protagonistas y los sacerdotes y religiosas servidores. Me uno al manifiesto de la provincia de Sucumbíos pidiendo rectificaciones y un trato digno a un hombre que, más allá de sus falencias ha sido fiel a la misma iglesia y sus grandes ideales, gracias a su empuje y carisma se ha construido una Iglesia viva y participativa, modelo mundial de un catolicismo moderno que responde a los desafíos del siglos XXI.
Gracias Gonzalo, pastor y amigo.
Atentamente, Vinicio Pástor Andrade,
cel. 084057079
Ecuador
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2 comentarios:
Difícil salvarse siguiendo los falsos profetas.
Vinicio, quiera Dios que no te vayas al infierno junto con tu dos "profetas".
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