Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

viernes, abril 15, 2011

Tres regalos


Se dice que un niño, encontró entreabierta la puerta donde estaba
Jesús:
- Acércate le dijo Jesús con gran ternura ¿Por qué tienes miedo?
- No me atrevo, no tengo nada para darte.
- Me gustaría que me dieras un regalo, le dijo Jesús.

El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
- De verdad, no tengo nada. Nada es mío. Si tuviera algo, algo
mío, te lo daría. Mira... y buscando en los bolsillos de su
pantalón andrajoso, sacó una hoja de cuchillo herrumbrada que había
encontrado. Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy.
- No -contestó Jesús- guárdala. Quería que me dieras otra cosa.
Me gustaría que me hicieras tres regalos.
- Con gusto dijo el muchacho pero... ¿qué?
- Ofréceme el último de tus dibujos.

El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó a Jesús y dijo:
- No puedo... mi dibujo es horrible... ¡nadie quiere mirarlo... !
- Justamente por eso lo quiero. Tú puedes ofrecerme lo que los
demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me
dieras tu plato.
- Pero... ¡lo rompí esta mañana! tartamudeó el chico.
- Por eso lo quiero. Debes ofrecerme siempre lo que está
quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo. Y ahora insistió Jesús:
repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te
preguntaron cómo habías roto el plato.

El rostro del muchacho se ensombreció, bajó la cabeza avergonzado y
tristemente, murmuró:
- Les mentí. Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no
era cierto. ¡Estaba enojado y lo tiré con rabia!
- Eso es lo que quería oírte decir -dijo Jesús- Dame siempre lo
que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus
cobardías, tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas. No
tienes necesidad de guardarlas. Yo te ayudaré a superar tus
debilidades y defectos; Quiero que seas feliz y siempre voy a
perdonarte tus faltas. Y a partir de hoy, me gustaría que vinieras
todos los días a mi casa.

"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para
que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida
eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es
condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído
en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Esta es la causa de la
condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió
las tinieblas a la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus
obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad
se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus
obras en obediencia a Dios" Juan 3:16-21.

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