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viernes, abril 08, 2011

Carta abierta al Nuncio y Arregui (¿Qué pasa en Sucumbíos?)


CARTA ABIERTA A MONS. ARREGUI Y AL SR. NUNCIO


Llevamos ya cinco meses desde la llegada de los Heraldos del Evangelio, o Caballeros de la Virgen, a Sucumbíos. Desde que la Congregación de la Evangelización de los Pueblos decidió quitar a los Carmelitas el “IUS COMISSIONIS”, sobre el Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, encomienda que la misma Congregación les había confiado en el año 1937 y ahora se la entregaba a la Sociedad Clerical Virgo Flos Carmeli, que integra la Congregación de los Heraldos del Evangelio.
Creo que ha sido ya suficiente tiempo como para constatar las consecuencias de dicho acontecimiento. Y nos seguimos preguntado: ¿Qué es lo que pretendían conseguir con dicho cambio?
En diciembre del 2009 la susodicha Congregación de la Evangelización de los Pueblos envió un Visitador Apostólica a la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, cuyos informes han servido para tomar las decisiones que hacemos referencia. Sin embargo dichos informes nunca llegaron ni a Monseñor Gonzalo López, Obispo de Sucumbíos hasta la fecha de la toma de posesión por parte de los Heraldos, ni a los agentes de pastoral y ministerios de dicha Iglesia. Y a los que por fin hemos podido tener acceso luego de casi un año y medio. ¿Por qué no se nos entregaron dichos informes? ¿No hubiera sido más fácil, más cristiano, menos doloroso, más en consonancia con el Evangelio, más respetuoso para con la Iglesia de ISAMIS, sus agentes de pastoral, sus ministerios y sus comunidades; haber revisado dicho informe, haber tomado conciencia de los fallos y errores cometidos y juntos haber tomado las medidas oportunas para corregirlos?

Y nos enviaron a la Congregación de los Heraldos del Evangelio.
  • Ya los orígenes y antecedentes de la Congregación, su relación con el movimiento Tradición Familia y Propiedad, del cual formaron parte algunos de los sacerdotes de la Sociedad Clerical Virgo Flos Carmeli y el mismo Administrador propuesto, el P. Rafael Ibarguren; su carácter sectario, su fanatismo, sus prácticas de reclutamiento y otros factores que hicieron que la Iglesia no los reconociera como parte integrante de sí misma;
  • Su práctica en Sucumbíos desde su llegada: Se toman la Casa Diocesana que deja ser Casa Diocesana para convertirse en residencia de Heraldos, ya no llegan a ella los campesinos y campesina que venían a visitar a su Obispo, ni tampoco tienen acceso a ella las mujeres que antes vivían ahí;
  • Su desconocimiento (como si no existieran) y su negación a participar de los espacios de participación y de vivencia de la comunión de Isamis: Asambleas Diocesanas de Pastoral, Consejo Diocesano de Pastoral, Consejos de las Unidades Pastorales, Consejos de Pastoral Zonal, Encuentros de los Primeros Viernes;
  • Su intento por acaparar todos los espacios de decisión, sin tener en cuenta para nada al Clero Local, a los Equipos Misioneros, a los Ministerios Instituidos, ni a la práctica pastoral anterior de la Iglesia; intento por conformar un Consejo Jurídico exclusivamente Heraldo sin ninguna comunicación a las instancias de participación de Isamis; nombramiento de párrocos en la Catedral, en el Norte
  • No tener en cuenta las planificaciones que habían preparado las Comunidades y ministerios de las Zonas y Unidades Pastorales. Mantener un lenguaje equívoco: “Todo va a seguir igual, no venimos a destruir sino a continuar …”, pero no teniendo en cuenta nada de lo hecho anteriormente;
  • La agresividad manifiesta por algunos Hermanos de la Congregación en su confrontación con los Ministerios y miembros de las Comunidades y Organizaciones que se oponían a la presencia de los Heraldos en sus Iglesias; desprecio a los ministerios y a las mujeres;
  • Represalias contra algunas personas como retaliación por haber firmado una comunicación de la Asamblea Diocesana de Pastoral solicitando al Registro de la Propiedad la no inscripción del Procurador P. Marlon Jiménez;

Su práctica pastoral centrada en la celebración de misas, sacramentos, visitas a las familias… pero sin ningún tipo de referencia a la Comunidad, sino como algo meramente individualista y sin ningún tipo de compromiso eclesial, menos social; sus visitas a algunas comunidades para celebrar eucaristías o visitas a zonas pastorales sin coordinar con los Equipos Misioneros responsables de dichas zonas;
Su negativa a participar en las Asambleas Diocesanas – solamente participaron en la primera-, convocadas expresamente para dar a conocer lo que es Iglesia de San Miguel de Sucumbíos al P. Administrador y al equipo de los Heraldos;
La situación económica a que se ha llegado, cortar toda ayuda económica a los misioneros y misioneras que no están de acuerdo con su administración; manejar los proyectos de desarrollo con sentido clientelista y proselitista
No estar debidamente registrados como organización religiosa ante el Ministerio de Justicia y Cultos.
Con esta práctica se puede constatar que la frase “no venimos a destruir lo hecho, venimos a continuar la obra de la Iglesia anterior” no es otra cosa que palabras, pero en la práctica van rompiendo todo lo que representaba la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos – ISAMIS. Y también que no hay ningún interés por conocer lo que es la Iglesia de Isamis e insertarse en la vida de las comunidades para lograr la inculturación del Evangelio en la Sociedad tal como nos invita la Iglesia Latinoamericana en sus Asambleas de Pastoral, especialmente las últimas Asambleas de Santo Domingo y de Aparecida.
Constatamos además la incapacidad de los Heraldos del Evangelio para dirigir y administrar la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos. Su falta de experiencia pastoral, su modelo de Iglesia, sus idearios ultraconservadores han provocado una gran división dentro de la Iglesia, llegando incluso a la violencia física como en el último caso de la Comunidad de San Pedro en la vía Colombia, al menosprecio a los ministerios y especialmente a las mujeres.
¿Era necesario provocar este sufrimiento a la Iglesia, a sus comunidades, a sus agentes de pastoral y a sus ministerios? ¿Es este el nuevo modelo de pastoral que se pretendía implantar? No se trata meramente de “once resentidos”, o de “un grupito de personas que se resisten a aceptar el trabajo que realizan los Heraldos”… Es el clamor de toda una Iglesia que se siente herida, dolida, por la violencia de la misma Iglesia. Una Iglesia en que las Comunidades y sus Ministerios han tomado conciencia de ser seguidores y seguidoras de Jesús, de formar parte de esa Iglesia y su compromiso por cambiar esta sociedad para instaurar el Reino de Dios. Una Iglesia que ha ido progresivamente tomando conciencia de su rol en la sociedad y que ahora de golpe se siente maltratada, no respetada ni valorada por sus Pastores.
Es evangélica esa forma de actuar: imponer violentamente una Congregación como Administradora de la Iglesia? Obligar a todos los fieles, comunidades y equipos misioneros a entrar por el modelo de Iglesia, la concepción ideológica y las prácticas de los Heraldos? Será eso lo que quiere Jesús? Será eso lo que quiere la Iglesia cuando nos invita desde Aparecida a “vivir la alegría de ser discípulos misioneros para anunciar el evangelio de Jesucristo?” Será desobediencia al Papa, como nos quieren hacer creer, el defender un modelo de Iglesia que pretende partir de Jesús como modelo, teniendo a Jesús como centro y dinamizador, y trabajar por la transformación del mundo para instaurar aquí el Reino de Dios que Jesús predicó?
Como Iglesia habíamos logrado un ambiente de paz, de fraternidad y de alegría, incluso con hermanos y hermanas que ahora reniegan de esa Iglesia. Aspecto este que nos parece fundamental en una zona donde la violencia, y la inseguridad está a la vuelta de la esquina. Se había logrado una convivencia pacífica y fraterna con los movimientos y carismas, sin embargo ahora se advierte un sentimiento de agresividad y de fanatismo, que ya no es racional, en muchos hermanos y hermanas; se ha dividido la Iglesia, se han dividido las comunidades, se han dividido las familias… este es el resultado de la práctica pastoral de los Heraldos.
No tenemos acceso a los grandes medios de comunicación. Vemos con indignación cómo manejan la información, cómo manipulan los datos, cómo tergiversan la realidad. El Comercio, Teleamazonas… quieren presentar la situación como una pugna entre Heraldos y Carmelitas, sin embargo eso no es cierto. No es una pugna entre congregaciones, es la defensa de un modelo de Iglesia participativo, comunitario, inculturado en la realidad y en la vida del pueblo como nos pide Aparecida. Como le dijo un obispo a Mons. Gonzalo: “Tu pecado ha sido ser fiel al Evangelio y a los Documentos de la Iglesia”. Efectivamente ese es nuestro gran pecado. A Jesús lo condenaron porque fue obediente al Padre, a nosotros nos condenan porque somos obedientes a Jesús. Y enfrente tenemos un modelo de Iglesia autoritario, excluyente, aliado con los poderes de este mundo. Pero nosotros ponemos nuestra confianza en el Señor.
No nos queda sino lo que dijo Jesús: “Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno”. Por eso a las Vigilias permanentes que estábamos haciendo en Isamis, añadimos ahora también jornadas de ayuno voluntario, para pedir al Señor de la Vida que nos ayude a mantener y mejorar el Proyecto de Iglesia que hemos trabajado durante estos años.
A pesar de todo seguimos queriendo a nuestra Iglesia, y queremos seguir empeñados con el Proyecto de Jesús.

Atentamente,

Juan Berdonces.
 
http://isamis2010.blogspot.com/2011/04/carta-abierta-al-nuncio-y-arregue.html?utm_source=BP_recent

2 comentarios:

Carlos dijo...

que interesante... asi que usando las viñetas de Cortes no?? Que pena que la juventud carmelita ecuatoriana, que es una idea e una iniciativa genial, sea una juventud anticlerical, antijerarquica. Jesus hizo una jerarquia en la Iglesia, sabian??? Primero Pedro, luego los apostoles, despues los discipulos..

Misión JUCAE dijo...

Gracias Carlos por tu clase teologal, pero dime: segun ustedes los FTP y toda esa distribución, ¿en qué lugar estamos los pobre indios de Sucumbios?