Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

miércoles, diciembre 01, 2010

El Científico y el Ego


Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a
sí mismo de manera tan perfecta, que resultaba imposible distinguir
el original de la reproducción. Un día, se enteró de que lo andaba
buscando el ángel de la muerte, entonces decidió hacer doce copias
de sí mismo.

Al llegar a la tierra, el ángel no pudo identificar cuál de los
trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que
los dejó a todos en paz y regresó al cielo, pero no por mucho
tiempo. Como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió
una ingeniosa estrategia para identificarlo. Regresó de nuevo a la
tierra y dijo:
- "Debe de ser usted un genio señor, para haber elaborado tan
perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo, he descubierto
que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".
El científico pegó un salto y gritó:
- "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?".
- "Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al
científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo.

Todo lo que hace falta para descubrir al "ego", es una palabra de
adulación o de crítica.

"¡Te haré insignificante entre las naciones, serás tremendamente
despreciado! Tu carácter soberbio te ha engañado. Como habitas en
las hendiduras de los desfiladeros, en la altura de tu morada, te
dices a ti mismo: ¿Quién podrá arrojarme a tierra? Pero aunque
vueles a lo alto como águila, y tu nido esté puesto en las
estrellas, de allí te arrojaré -afirma el Señor-". Abdías 2-4

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