Hoy estoy sentada frente a este
computador, pensando en que palabras podrían describir lo que siento cuando
pienso en el Pedrito y al mirar este momento me doy cuenta de que hace mucho
tiempo que pienso en él. He pensado en
su cara, en sus expresiones, en sus manos, en su voz y no me he podido quitar
de la mente al Pedrito. Y cuando pienso en él, tampoco puedo dejar de pensar en
la Mariita. Para mí no hay Pedrito
Landázuri sin Mariita Arias. Mi corazón
no acepta que este equipo, que esta pareja puedan separarse y cuando sigo
pensando en ellos, la sensación que tengo es de inmensa ternura, de amor
profundo. Se me viene a la memoria una
fiesta en Guayllabamba en una casa acogedora en donde todos reíamos, nos mojábamos
(porque era carnaval), bailábamos y seguíamos riendo. Y ahí, el Pedrito y la Mariita con nosotros,
aguantándonos, acolitándonos en nuestras locuras. Y también me acuerdo de una camioneta en
donde íbamos en la parte de atrás bajando de Moncayo y oyendo el silbido que venía de lejos, y en
plena bajada veíamos correr al Pedrito y todo el grupo detrás, que con
guitarras y mochilas nos hacían señas para que les viéramos. Y cuando se subían al carro, el Pedrito lo
que primero hacía era decirnos: muchas gracias hermanitos!!!
“Muchas gracias”, me repito en la
mente, “muchas gracias”… que significa este “muchas gracias”? Para mí significa una vida, la vida del
Pedrito y la Mariita. Una vida de la
cual somos fruto los que estuvimos en el Carmelo y muchos más. Somos lo que somos por el compromiso y amor
de muchas personas entre estas, ustedes dos:
·
Muchas gracias por el cariño con que nos
trataron, por la forma como nos acogieron en su casa y en sus vidas: casas y
vidas de puertas abiertas para todos los que tenemos un corazón.
·
Gracias, por el ejemplo de amor, de pareja, de
familia, de comunidad, que nos inspiran a creer que el amor para toda la vida si
es posible.
·
Gracias por las opciones de vida y la
radicalidad del amor, por los pobres, por los desprotegidos, por los niños y
niñas en la catequesis, por los hombres y mujeres en la lucha por mejorar sus
barrios y sus comunidades.
·
Gracias por la posibilidad de ver en sus vidas
como la santidad se hace carne: santidad ante el dolor físico, ante la
adversidad, ante las enfermedades….. santidad de aceptar el sufrimiento y el
dolor y entregarlo al Dios de la vida como ofrenda de amor.
·
Gracias por los dulcecitos, por la palabra
presente, por los abrazos, por las miradas…. Por la ternura.
·
Gracias por las oraciones en la capilla en donde
la voz profunda del Pedrito no solo resonaba en el ambiente, sino que latía en
el corazón, cuando leía “ este rostro señor me vuelve loco” o cantaba “Jesucristo
que tienes que ver conmigo”.
·
Gracias por incluirnos en su familia, en donde
la mamá del Pedrito nos recibía siempre con amor y cariño, y nos mostraba de
donde había sacado el Pedrito su dulzura y en donde la violetita era como
sobrina nuestra cuando era pequeñita.
·
Gracias infinitas, por llenarnos el corazón con
amor, por inspirarnos a tener esperanza frente a los problemas, por animarnos a
creer y tener fe en este Dios de la vida, que desde la juventud nos convocó a
la opción por los pobres…. Gracias solo por haber sido quienes son y haber
estado en nuestras vidas.
Mariita, el equipo nunca se
rompió y nunca se romperá… está y estará
porque el amor lo cree todo, lo espera todo…. Porque el amor no pasará.
Pedrito, sigue aquí y seguirá
siempre porque está en cada uno de los que estamos aquí. Si cerramos los ojos
en este instante y pensamos en usted, todos nos daremos cuenta de que nuestra
vida fue tocada, transformada y hecha por algo que usted puso. Entonces por qué estar triste, porque
lloramos?
En mi corazón solo hay
alegría!! Porque Jesús lo dijo:
Bienaventurados
los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados
los mansos: porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados.
Bienaventurados
los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia.
Bienaventurados
los puros de corazón: porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados
los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Y ahora yo lo digo también:
Bienaventurado Pedrito, porque fue
y es un hombre manso, que amó a los pobres, que tuvo hambre y sed de justicia,
misericordioso, puro de corazón, pacificador; y por todo esto tengo la certeza
de que está viendo a Dios, de que él le ha llamado su hijo, que está en el
Reino de Dios y que está siendo saciado por su amor.
Y Bienaventurados nosotros y
nosotras, por ser testigos de todo esto, por haberles tenido al Pedrito y a la
Mariita y seguirles teniendo.
Por eso este es un momento de
celebración, porque cuando se agradece por
alguien, el corazón solo puede llenarse de alegría. Honremos la vida de nuestro amigo, no con
lágrimas, sino con sonrisas…. Sonrisas que nos motiven a ser un poquito de lo
que fue y seguirá siendo nuestro querido Pedrito, Carmelita, por siempre!
María de los Angeles
No hay comentarios.:
Publicar un comentario