Jovenes por siempre, Carmelitas de Corazón, Creciendo juntos. Ecuador en la Mitad del Mundo

martes, mayo 03, 2011

Tu valor no cambia


Un expositor inició su seminario mostrando al auditorio un billete
de 20 dólares.
Dirigiéndose a cerca de 200 espectadores preguntó: "¿Quién quiere
este billete?".
Muchas manos se levantaron.

Luego dijo: "Se lo voy a dar a uno de ustedes, pero primero
permítanme hacerle esto..." y lo hizo bolita dejándolo todo arrugado.
Entonces insistió: "¿Quién todavía lo quiere?" y las manos volvieron
a subir.

"Bien", dijo. "¿Y si le hago esto...? y lo dejó caer al suelo y lo
empezó a pisar contra la tierra de su zapato. Al recogerlo lo
mostró al auditorio. Así todo arrugado y sució preguntó: "Y así,
¿quiénes todavía lo quieren?", lógicamente las manos volvieron a
levantarse.

Finalmente el expositor les dijo: "Amigos, con este ejemplo han
aprendido una lección muy valiosa: No importa todo lo que le haya
hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su
valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 dólares.
Muchas veces en nuestras vidas caemos, nos arrugamos, o nos
revolcamos en la tierra por las decisiones que tomamos y por las
circunstancias que nos rodean. Llegamos a sentir que no valemos
nada. Pero no importa lo que hayamos pasado o cuánto pueda
ocurrirnos, nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de
Dios. Sucios o limpios, abatidos o finamente alineados, para Él
somos invaluables. El Salmo 17 verso 8 dice que Dios nos
tiene "como la niña de sus ojos".

El valor de nuestras vidas no procede de quiénes somos o de lo que
hacemos, sino de a QUIEN pertenecemos.

"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para
que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida
eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es
condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído
en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Esta es la causa de la
condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió
las tinieblas a la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus
obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad
se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus
obras en obediencia a Dios" Juan 3:16-21.

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