En la Entrevista que me hicieron en Radio Nacional y que ustedes pueden
escuchar en esta página hay ciertos puntos en que quisiera explayarme y
realizar una reflexión ya que la entrevista tuvo un tiempo limitado como
para presentar sintéticamente lo que contiene el libro “La Hipocresía
de Confesar”.
Hay un tema que lo presente como “El insulto a los pobres”, y es las
posesiones materiales de la Iglesia, y cuando digo Iglesia me refiero al
poder institucional y no a todos los bautizados, es algo para
distinguir:
1) Hay dos tipos de Iglesia:
a) La verdadera: todos los bautizados de buena voluntad que intentan
vivir cada día el Evangelio.
b) La falsa o hipócrita: aquella que se dice bautizada pero que con sus
obras demuestran vivir lo opuesto al Evangelio de Jesucristo.
¿Qué dice el Evangelio de Jesucristo con respecto a las posesiones de su
Iglesia?
Jesús manda en misión a sus discípulos, leemos el capitulo 10, 1-9 del
evangelio según San Lucas:
“Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió de
dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios donde
debía ir, y les dijo: La cosecha es abundante, pero los trabajadores don
pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha. ¡Vayan!, Yo los envío como ovejas en medio de lobos. NO LLEVEN
DINERO, NI ALFORJA, NI CALZADO, y no se detengan a saludar a nadie en
el camino. Al entrar en una casa digan primero. ¡Que descienda la paz
sobre esta casa! Y si hay alguien allí digno de recibirla, esa paz
reposará sobre él, de lo contrario volverá a ustedes. Permanezcan en esa
misma casa comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja
merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde
entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan, curen a sus enfermos y
digan a la gente: El Reino de Dios está cerca de ustedes”
Esta es la Palabra de Dios.
Las instrucciones de Jesús son muy claras, la Iglesia está mandada a
mostrar el Reino de Dios, que éste ya está aquí, y con acciones: curen a
sus enfermos (de alma y cuerpo), pero también Jesús aclara que los
discípulos no deben llevar nada para el camino porque en todo el
Evangelio Jesús advierte sobre el peligro de las riquezas, incluso llega
a decir que el dinero es un “dios”, al mismo nivel de Dios, no se puede
servir a Dios y al dinero, dice. Lo pone a la par porque el corazón
humano se deja poseer muchas veces por lo material, no dejando espacio
para Dios.
Ahora bien: Jesús dice claramente, NO LLEVEN DINERO, incluso, los
discípulos son recibidos en las ciudades porque ellos NO POSEEN CASA
PROPIA, Jesús tampoco tenía casa propia sino que iba predicando el Reino
de Dios de pueblo en pueblo, su pobreza material era absoluta y su
confianza en la Providencia era perfecta, que es lo mismo que nos
enseñó.
Pero ¿Qué pasó luego con los siglos?
La Iglesia, una vez en manos de Constantino, emperador Romano, se ha
vuelto un gran imperio de poder y dinero, y esa es la Iglesia que hemos
heredado hoy en pleno siglo XXI.
Por eso soy dura en afirmar: LA RIQUEZA DE LA IGLESIA ES UN INSULTO A
LOS POBRES
Si Jesús estuviera hoy aquí presente, no estaría habitando en palacios
como lo es el Vaticano, ni en casa de vacaciones en Castel Gandolfo,
sino que estaría en tierra de misión, en aquellos lugares donde los
niños mueren por desnutrición, donde se ven sus pancitas hinchaditas por
falta de alimento, miraría el Señor al cielo y diría: “Padre Perdónalos
porque no saben lo que hacen”
Mi experiencia luego de haber trabajado largos años en la Congregación a
la que pertenecía me lleva a afirmar esto con una convicción sólida y
madura. El dinero que posee la Iglesia es capaz de solucionar el hambre
de toda la tierra, es más, me atrevería a afirmar que desaparecerían los
pobres. Nadie toma conciencia de los tesoros incalculables de que es
poseedora la Iglesia en el mundo. Yo, que trabajé de apoderada legal en
mi congregación y en su administración, he manejado mucho dinero,
además, saber la cantidad de propiedades SIN HABITAR Y CERRADAS
DETERIORÁNDOSE PAULATINAMENTE, MIENTRAS HAY GENTE QUE NO TIENE DONDE
VIVIR.
Mi congregación era una de las “más pobres” dentro de lo que es la vida
religiosa, y debo confesar que me da vergüenza la cantidad de bienes
materiales que se poseen y que no reportan ningún beneficio para nadie,
totalmente estériles, como también lo es hoy la misión de la
Congregación.
Queridos hermanos: No podemos defender las posesiones materiales
diciendo que son “obras de arte”, tesoros de la humanidad, mientras
millones de niños mueren en el mundo por falta de alimentos, y no solo
en el áfrica, aquí mismo, en Argentina un país rico en recursos
primarios, sin embargo en provincias del norte y litoral tenemos altos
índices de desnutrición.
Si la Iglesia decidiera por fin analizarse y verse a la luz del
Evangelio descubriría que durante siglos ha optado por servir, no a
Dios, sino al dinero. Todavía está a tiempo de reflexionar y tomar una
postura que de verdad puede terminar con la pobreza en el mundo. Ella es
responsable, no se puede seguir acumulando propiedades y activos
mientras el pueblo se está muriendo. El Pastor se va a cansar y El mismo
vendrá y se hará cargo del rebaño, porque los pastores que tenían que
cuidar de las ovejas, se han alimentado a sí mismos con el alimento que
era para las ovejas del rebaño.
Pidamos a Dios que la justicia y la misericordia sean aliadas, y que
pronto podamos revertir esta situación injusta en nuestro mundo. Si cada
uno aportamos nuestra cuota de vivencia del Evangelio, podremos
hacerlo.
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