Perdónales, porque creen hacer bien y siembran maldad. Perdónales, porque creen defender a tu pueblo y lo destruyen. Perdónales, porque creen decir la verdad y dicen mentiras y calumnias. Perdónales, porque creen amar y odian. Perdónales, como perdonó Jesús a los que lo mataban, porque no sabían lo que hacían. (Lc.23, 33)
Es fácil engañar al que no sabe ni conoce, es fácil publicar fotos de momentos lúdicos o de un hecho particular y aislado y presentarlas como hechos reales de una realidad global eclesial o provincial, es fácil presentar como cierto lo que es falso movidos por un único propósito, distorsionar la realidad, para escandalizar, confundir, y dividir, y así poder triunfar. Esta era la consigna utilizada por Julio César, estadista y militar romano de los años 104-44 a.c. y que luego utilizaron los romanos cuando dominaron media Europa, y que siguen aplicando sin ningún temor a Dios, todos aquellos que buscan poder, prestigio, control y dominio. ¿No será esto lo que está pasando en Sucumbíos de parte de algunos misioneros sin vocación y sin experiencia misionera, que en lugar de ser fieles a los hechos históricos del pasado y de seguir construyendo la iglesia sobre lo construido (1 Cor.3, 10) dan la vuelta a la verdad, para que aparezca como cierto lo que es falso, con el único fin de dividir y ganar a la fuerza un espacio de poder que nunca han tenido? Esa fijación y obsesión enfermiza de cambiar los hechos reales para que aparezca otra cosa en base a la mentira, los chismes y la calumnia, es propia de todo fanatismo.
El pasado veinte de marzo, un reportero de televisión, preguntaba si era cierto que en cuarenta años de vida de ISAMIS, no se había hecho nada por la educación, ni se había construido una sola capilla. Al preguntarle de dónde sacaba tales afirmaciones, su respuesta fue tajante, “en la marcha blanca organizada por los heraldos”. Pero cuál sería mi sorpresa, cuando hoy me entregan una hoja a todo color con tantas falsedades como afirmaciones hacen al pie de fotos sacadas de su contexto y una larga lista de obras realizadas en la administración de Monseñor Gonzalo, pero que ellos dicen “cero obras”, para indicar que en cuarenta años no se hizo nada. Con esta afirmación están diciendo al mundo que no conocen el Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, y que sus fuentes de información son secas y contaminadas.
1.- Cero orfelinatos dicen. Cómo pueden decir semejante mentira cuando todo Sucumbíos conoce la labor del Hogar Infantil (orfelinato), que por más de veinte años ha servido a salvaguardar la vida y la dignidad de niños y niñas con alto riesgo de abuso, y a ofrecer un hogar a tiernos niños abandonados. Larga sería la lista y el testimonio de niños adoptados en Bélgica, Suiza, Francia, España, y en el propio Ecuador. El Hogar Infantil por falta de apoyo de los Heraldos se convirtió en una de las polémicas más difundida en los medios, y ellos mismos terminaron entregando al gobierno, explicando por una emisora local, que esto era lo correcto, ya que la iglesia debe dedicarse a tareas más espirituales, acabando así, con uno de los signos más emblemáticos de misericordia con los más pobres y débiles, los niños y niñas que la iglesia no puede olvidar si quiere ser fiel al Señor Jesús.
2.- Cero iglesias y capillas. Otra afirmación fruto de la ignorancia del que no conoce ni la historia ni la realidad de los varios cientos de comunidades cristianas asentadas en toda la geografía de esta Provincia Amazónica del Ecuador, de las que más del noventa por ciento cuenta con una capilla, en la que se celebra semanalmente la fe y los sacramentos. Tocará hacer un poco de historia para enseñar a los que no saben y para agradecer a Dios, la vida de estas comunidades, fortaleza de la Iglesia en Sucumbíos. Dejo para un segundo comentario la dinámica que se siguió en su construcción, y el estado en que se encuentran en la actualidad, dato este, que Monseñor Gonzalo se encargó de que se entregara personalmente al P. Ricardo del Campo.
Y más de doscientas capillas, sencillas, pero señales de una iglesia viva y comprometida con su fe.
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