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jueves, octubre 19, 2006
Teresa, la seducción de Dios
Frei Betto
religioso dominico
El 15 de octubre la Iglesia Católica celebra la fiesta de santa Teresa de Ávila. Pasé la última semana de septiembre en dicha ciudad española del siglo 6º, ocupada por los árabes en el siglo 8º. Participé en un congreso en el que se debatió, entre otros temas, la actualidad de Bartolomé de las Casas, fraile dominico que, en el siglo 16, defendió heroicamente, en América Central, la libertad y la dignidad de los pueblos indígenas.
Ávila está rodeada de murallas construidas en el siglo 11. Con 2,5 kms. de extensión y 85 torres, son las más bellas de toda España. Debido al clima seco y agradable, durante el verano se trasladaban allá los reyes católicos Isabel y Fernando. Se hospedaban donde los frailes dominicos, cuyo convento obtuvo el pomposo apelativo de Real Monasterio de Santo Tomás. Allí vivió Torquemada, tenebroso cerebro de la Inquisición , y de él salieron Antonio de Montesinos y Pedro de Córdoba, los primeros misioneros que en América se opusieron a la opresión de los indígenas por parte de los conquistadores.
Cuando la visité en la década de 1980, Ávila todavía era una ciudad encerrada en sus majestuosas murallas. Ahora que España sobresale como el país de mayor crecimiento en la Comunidad Europea , la red de edificaciones se extiende por los que antes eran áridos campos donde crecían olivos, ampliando su población a casi 50 mil habitantes.
La principal fuente de ingresos del municipio es el turismo, estimulado por las construcciones medievales, las iglesias de estilo románico y su peculiar culinaria. También atrae turistas y peregrinos -aunque en número menor- el hecho de que allí vivieron, en el siglo 16, los más destacados místicos de la historia de la Iglesia : Teresa de Jesús y Juan de la Cruz , patrono de los poetas españoles. Volví a visitar el convento de la Encarnación , en el que la santa vivió 30 años; el convento de San José, su primera fundación; y la casa en que nació, transformada ahora en museo. En los carmelos la edad media de las monjas es de 25 años. A sus 35, una de las más renombradas actrices croatas acaba de tomar el hábito de monja carmelita en San José.
Doctora de la Iglesia , Teresa ejerce una gran fascinación por esos mundos de Dios. Conozco sicoanalistas, filósofos y científicos, gente atea o agnóstica, que siente por ella una inexplicable admiración. ¿Qué tenía de especial esa mujer?
Teresa está a la base de la modernidad. Así como Copérnico superó la cosmología de Ptolomeo y puso a la Tierra en su debido lugar, Teresa arrancó a Dios de los cielos medievales, donde estaba aprisionado por el pietismo penitencial, y lo colocó en el corazón humano.
Miguelángel, otra figura señera del siglo 16, ilustró el techo de la Capilla Sixtina , en el Vaticano, con la figura de Yavé recubierta de mantos y barba, contrastando con el hombre desnudo, magníficamente volteado en dirección a la Tierra. El Creador extiende su dedo señalando a la criatura, y ésta responde, como simbolizando la nueva época, moderna, ya antropocéntrica y no teocéntrica como la anterior, no querer perder el vínculo entre la Tierra y el cielo, entre la humanidad y Dios.
Teresa dio vuelta a la espiritualidad cristiana. Feminista antes de su tiempo, liberó a la mística de su racionalismo teológico y la llevó desde la razón al corazón. En ella el contemplar se convierte en gozar, como bien lo expresa Bernini en la escultura que le hizo y que está expuesta en el Vaticano. La espiritualidad centrada en el dolor dio paso al amor, la culpa a la amistad, la penitencia al éxtasis, los mandamientos a las bienaventuranzas.
Teresa destaca también por su vigor y talento literarios. Ninguna mujer hasta entonces había escrito como ella, explorando la subjetividad y narrando sin pudor y con mucha propiedad las sucesivas etapas de su unión amorosa con Dios.
Juan de la Cruz , discípulo de ella, nació en Fontiveros, en la provincia de Ávila, y vivió en esa ciudad dos años, empapándose de la espiritualidad de Teresa. Él es más “anima”; ella, “animus”. Su talento poético se percibe incluso en sus narraciones.
Comí con el obispo de Ávila. Me explicó que en la ciudad se promueven muchas actividades -estudios místicos, retiros, conferencias- para quien busca beber en la espiritualidad teresiana. Pero admitió que no había ningún programa pastoral en serio dirigido a los jóvenes y a los intelectuales. Le propuse organizar cada año una semana de Jornadas Teresianas, combinando actividades destinadas a los jóvenes con debates, películas, obras de teatro, y reunir artistas, humanistas y científicos apasionados por Teresa, como es el caso del novelista Deonisio da Silva, que le dedicó su novela “Teresa”, llevada luego al cine.
Teresa me salvó la fe. Gracias a la lectura meditada de sus obras, en especial su “Vida” y el “Castillo interior” o “Las moradas”, en 1965 descubrí lo que significa la relación Persona a persona. Desde entonces Dios se convirtió en mi pasión. (Traducción de J.L.Burguet)
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